Cuando Marta supo que Jesús estaba llegando, salió a recibirlo; pero María se quedó en la casa. Marta le dijo a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aún ahora Dios te dará todo lo que le pidas.

Juan 11,20-21

Marta y María habían perdido a su hermano. Una verdadera tragedia para dos mujeres, que ahora quedaban desamparadas.
Jesús tenía una amistad personal con ellos. Se había enterado que Lázaro estaba enfermo, pero aun así retardó el viaje para ir a su encuentro.
Todo indicaba que ya no había nada que hacer. Marta va corriendo hasta él y de alguna forma le reprocha: “Si hubieras estado aquí”, pero también confía en él: “Yo sé que aún ahora Dios te dará todo lo que le pidas.” María seguía en la casa, no sabía que Jesús había llegado.
Frente a la enfermedad y la muerte nos suele pasar algo parecido. Algunas personas optan por el encierro, la soledad, el silencio. Otras salen, buscan respuestas y hasta hacen reproches.
Corresponden a las etapas del duelo. Y frente a esto, no hay mejor o peor forma de elaborar el mismo. Cada uno, cada una, tiene un tiempo y una forma de elaborar sus pérdidas.
Lo importante es saber que hay Alguien que nos escucha, nos entiende y siempre va a hacer algo por nosotros: Jesús.
Así como resucitó a Lázaro nos resucita a cada uno de nosotros a una nueva vida si se lo permitimos. Y a través de su propia resurrección nos ofrece vida plena junto a Él en el lugar que fue a preparar para cada uno de los suyos.
Señor, tú sabes que a veces tenemos dudas, miedos y desconciertos. Conoces nuestra falta de capacidad para enfrentarnos a los momentos difíciles de la vida. Por eso humildemente, te pedimos que transformes nuestros reproches o incertidumbres en certezas y una fe renovada en ti. Amén.

Carlos Abel Brauer

Juan 11,20-27

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