Antes, ustedes estaban muertos a causa de las maldades y pecados en los que vivían, ya que seguían los criterios de este mundo y obedecían la voluntad del espíritu que actúa en el aire y que anima a aquellos que desobedecen a Dios. De esta manera, todos nosotros también vivíamos en otro tiempo, siguiendo nuestros malos deseos y cediendo a los caprichos de nuestra naturaleza pecadora y nuestros pensamientos. Por este motivo, merecíamos con justicia el castigo de Dios, al igual que los demás.
Efesios 2, 1-3
Tarde o temprano, deberemos tomar una decisión crucial: vivir conforme a los estándares de este mundo o cumplir la voluntad de Dios. Nuestro camino definirá el propósito de nuestras vidas.
Era ese tipo de persona que todos admiraríamos. Siempre irradiaba buen humor y tenía palabras positivas. Si alguien necesitaba ayuda, ahí estaba él. En los días difíciles, alentaba a ver lo positivo. Intrigado por su actitud, lo busqué y pregunté: «No entiendo… No se puede ser bueno todo el tiempo… ¿cómo lo logras?». «Cada mañana», respondió, «me despierto y me digo: ‘Tienes dos opciones: actuar bien o mal. Y elijo lo primero». «Sí, claro, pero no es tan sencillo», objeté. «Lo es», afirmó. «La vida trata de elecciones, y tú decides cómo vivir».
Frente a nosotros, hay dos caminos: el pecado nos conduce a la muerte eterna, mientras que la Gracia nos lleva a la vida plena. La elección está en nuestras manos.
David Juan Cirigliano
Efesios 2,1-3
Temas: elección, vida, muerte
Cirigliano, David Juan, pastor en la Congregación Evangélica San Antonio, Urdinarrain, Entre Ríos.