«La tragedia de la naturalización»: reflexiones que surgen del asesinato de Fernando Sosa en Villa Gesell

 

Imagen ilustrativa

VILLA GESELL / Argentina | IERPcomunica – La noticia ya es conocida en todo el mundo: un grupo de jóvenes jugadores de rubgy atacó y asesinó a patadas a Fernando Báez Sosa a la salida de una discoteca de la localidad costera de Villa Gesell. Hubo filmaciones en las que se observa la barbarie del ataque, lo que dio lugar no sólo a la detención de todos los protagonistas, sino a una serie de reflexiones. En este texto, el Licenciado en Teología Ramiro La Frossia, lector de la comunidad geselina de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata (IERP) abordó lo acontecido, además del impacto en la pequeña localidad costera, asociada a la tranquilidad y al descanso veraniego. En su escrito, titulado «la tragedia de la naturalización«, Frossia señaló que «hay dolor en las calles» y lo sucedido era «evitable«, reuniendo «muchos de los componentes que desde la psicología de masas se debería analizar«. Además, apuntó a la «naturalización» de ciertas costumbre, como el abuso, el consumo de alcohol en la vía pública, entre otros aspectos; lamentándose que «tenga que morir un pibe» para que haya un «sacudón» en la sociedad y así repensar ciertas costumbres y maneras de vivir.

«Es evidente que lo ocurrido en Villa Gesell reúne muchos de los componentes que desde la psicología de masas se debería analizar, me refiero al contagio emocional que tuvo esta patota de rugbiers donde ninguno de ellos tuvo la fortaleza para frenar tal barbarie, sino por el contrario, cada uno de ellos quedó subordinado al otro sin poder reaccionar de modo independiente», analizó Ramiro La Frossia, destacando que «otro punto interesante desde la sociología y la psicología social sería sacar a la luz cuestiones relacionadas con los estratos sociales, los vínculos que se entretejen en función de un deporte, la economía, amistades, etc» analizó.

Sobre el consumo de alcohol y otras sustancias, denunció que «es evidente que asumir que en el tal o cual localidad turística hay exceso de alcohol y drogas no representa una buena propaganda política, pero tratar de ocultar esta realidad barriendo debajo de la alfombra trae consecuencias más dolorosas», haciendo referencia a «la naturalización del consumo de alcohol y otras sustancias entre jóvenes y no tan jóvenes», señalando que «es prima hermana de la tolerancia» y que «se comienza tolerando, haciendo silencios, como que no vemos o justificamos». Según La Frossia, que también posee una tecnicatura Superior en Psicología Social y un Posgrado en Tratamiento a las Adicciones Tóxicas y no Tóxicas, «se trata de una disfuncionalidad generadora de patologías que tiene efectos cuasi anestésicos, o sea que produce un adormecimiento en las reacciones afectivas que con el paso del tiempo culmina en una suerte de parálisis emocional, o sea que, lo que en un momento quitó el sueño ahora es visto como normal. En ese mismo sentido, todavía se preguntó «¿En qué momento nos volvimos tan insensibles? ¿Cómo fue que comenzamos a ver como normal los excesos de consumo?».

Finalmente, hizo referencia a lo que en la jerga que se utiliza en el trabajo de recuperación de personas con problemas de consumo, aludiendo a un «toque de fondo», que se trata se «un hecho trágico, conmovedor, movilizador», en el que no pocas veces se necesita «un sacudón» para reaccionar, preguntándose si acaso debía «morir un pibe para que se pongan las cartas sobre la mesa y para que ocurra algo». En su análisis final, detalló que en su opinión, «los argentinos necesitamos un auténtico compromiso social para denunciar, no para mirar para otro lado, sino para mandar al frente públicamente al piola que en la playa vende bebidas burlando la ordenanza municipal, o al comerciante inescrupuloso que vende alcohol fuera del horario permitido y así podríamos enumerar varias cuestiones». De este modo, «quizás, empecemos a hacer prevención entre todos y no a intentar tapar el pozo después que se ahogó el niño», concluyó.

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