El Señor es justo y compasivo; nuestro Dios es todo ternura. El Señor cuida de los sencillos. Cuando yo estaba sin fuerzas, me salvó. Ahora sí, puedo volver a sentirme tranquilo porque el Señor ha sido bueno conmigo, porque me ha librado de la muerte, porque me ha librado de llorar y de caer.
Salmo 116,5-8
Estimado/a lector/a, este salmo forma parte de oraciones e himnos muy personales que expresan los sentimientos más íntimos de un individuo. Hay otros salmos que representan las necesidades y sentimientos de todo un pueblo.
En uno de los hogares para adultos mayores de nuestra Iglesia, donde ahora resido con mi esposa debido a razones de salud y edad, nos dimos cuenta durante una reunión de que estamos en las manos de Dios y que también somos cuidados por manos humanas. En este grupo ecuménico compartimos nuestras experiencias de fe a lo largo de nuestros años de vida. Descubrimos la actualidad de esta oración: Hay un Dios que nos rodea, vivo y experimentable en circunstancias de gran alegría y felicidad, por las cuales Él nos permitió vivir. Por otro lado, también vivimos momentos de profunda tristeza, dolor y conflicto, en los cuales Él, con su mano poderosa, ha logrado hacer brotar esperanza y un nuevo comienzo, quizás diferente al que habíamos planeado inicialmente.
Este momento presente es una invitación a confiar nuestra vida en las manos de Dios, quien a lo largo de los siglos se ha manifestado a su amada humanidad de esta manera. Es de gran importancia que oremos a Dios y compartamos nuestras necesidades espirituales y de vida con Él, sin caer en el egoísmo y pensando solamente en nuestra propia salvación.
El que escribió este Salmo, después de analizar su vida delante de Dios, tomó la siguiente decisión: Seré obediente al Señor en el mundo de los que viven. (v. 9)
Enviado soy de Dios, mi mano lista está a construir con él un mundo fraternal. (Canto y Fe N° 150)
Dieter Thews
