3º domingo de Adviento
¡Y dichoso aquel que no pierda su confianza en mí!
Mateo 11,6
Ya nos acercamos con pasos rápidos a la Navidad. Hoy es el Tercer Domingo de Adviento. Navidad, fecha en la que celebramos el nacimiento del Hijo de Dios que vino al mundo para mostrarnos una vida diferente. En el texto de Mateo, Juan el Bautista pregunta desde la cárcel si es cierto lo que cuenta la gente sobre Jesús. Jesús mismo le con- testa y termina con la frase: “¡Y dichoso aquel que no pierda su con- fianza en mí!”
El no perder la confianza nos acompaña toda nuestra vida, y eso que nacemos con plena confianza. Un bebé no conoce la desconfianza; confía ciegamente en los que lo rodean. Recién las malas experiencias nos enseñan a dudar y desconfiar. También aprendemos que no hay que confiar ciegamente en todos y todo. ¡Qué lástima! ¡Qué linda podría ser la vida si no hubiera mentira, trampa, mala intención, engaño! En Adviento nos preparamos para la llegada del Mesías. Pero no sólo se trata de su llegada sino del comienzo de una nueva vida de amor, bondad y justicia. Más de dos mil años estamos esperando que Jesús vuelva a la tierra para realizar este cambio. Pero él solo no puede hacer el cambio en nuestra forma de convivir. Necesita de cada uno de nosotros para esta tarea. ¿Por qué, entonces, no empezamos hoy? Estamos llamados a dar testimonio. Y no necesitan ser grandes obras o acciones. En lo más pequeño podemos empezar. Las tres velas de este domingo nos pueden dar la luz y lucidez que necesitamos para ver dónde empezar. Así la época de Adviento no será sólo una época de espera sino podrá convertirse en un tiempo de activa preparación. Y
con nuestra propia actitud podremos alimentar la confianza.
Hazme un instrumento de tu paz. (Canto y Fe Nº 297)
Detlef Venhaus
Salmo 146,5-10; Isaías 35,1-10; Santiago 5,7-10; Mateo 11,2-11
Agenda Evangélica: Salmo 85,2-8; Isaías 40,1-11 (P); 1 Corintios 4,1-5; Lucas 1,67-79
