5° domingo de Cuaresma (Judica)
Entre la gente que había ido a Jerusalén a adorar durante la fiesta, había algunos griegos. Estos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida, un pueblo de Galilea, y le rogaron: “Señor, queremos ver a Jesús.” Felipe fue y se lo dijo a Andrés, y los dos fueron a contárselo a Jesús. Jesús les dijo entonces: “Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado.”
Juan 12,20-23
¿Cuál es su bebida favorita?
¿Qué bebida le gusta? A mí me gusta el café, pero habrá quien prefiera el mate, agua simple, jugo de frutas. Muchas de estas bebidas las tomamos en comunidad, como el mate, pues compartimos, departimos y platicamos en torno a una bebida común.
El tema de la plática no importa, pues podemos hablar desde la “inmortalidad del cangrejo” hasta de temas con más trasfondo.
¿Quiénes eran los griegos? El pasaje de Juan 12,20-33 nos habla de unos griegos que buscan a Jesús, pero él no los atiende, sino que, a través de Andrés, quien es el intermediario entre aquéllos y Jesús, presenta una enseñanza. En este amplio pasaje Jesús habla de varias cosas: del grano que muere y fructifica, de labores de servicio y de la manera en la que él morirá. Sabemos que los griegos eran dados a discutir toda clase de temas y también a ejercitarse físicamente de manera continua.
Lo que Jesús desea mostrar es que él no es tema para una tarde de charla, como esas charlas que tenemos alrededor de nuestra bebida favorita y que después, con el correr del tiempo, solemos olvidar. Jesús desea dejar huella en la vida de las personas a través del ministerio de servicio hacia los demás, y, sobre todo, enseñar que su muerte traerá vida nueva. Con nuestro cuerpo podemos servir a nuestros semejantes recordando que a Jesús lo conocemos en su muerte y resurrección y no a través de una discusión, pues Jesús no es un artículo desechable que si nos conviene adquirimos y si no, no. El compromiso con la obra de Cristo Jesús es completo y total.
Roberto Trejo Haager
Juan 12,20-33
Tema: compromiso
