1° domingo después de Navidad
Entonces Zacarías… dijo al pueblo: “Dios dice: ‘¿Por qué no obedecen ustedes mis mandamientos? ¿Por qué se buscan ustedes mismos su desgracia? ¡Puesto que ustedes me han abandonado a mí, yo también los abandonaré a ustedes!’”
2 Crónicas 24,20
Cuanta paciencia la de Dios para con el pueblo, luego de mostrar su misericordia, darles plenitud y, sobre todo, libertad para actuar y vivir, sin la necesidad de la obediencia, ni de la opresión de un hombre o un poder. La idea de ser gobernados por otro, vuelve a aparecer. Se paralizan, se maravillan con el poder, la idea permanece en la mente, a pesar de los fracasos y caídas sufridas. Para concluir, en la salvación de Dios, que con su misericordia los rescata. Una historia sin fin.
Aquí se repite la historia, el pueblo abandona a Dios, para presentar obediencia a un rey, maravillados por una idea de poder y de dinero.
Dios busca advertirles sobre lo que están por hacer, y pone a Zacarías a llevar su mensaje, pero lo desoyeron y condenaron a muerte, con ello también lo rechazaron a Dios, aquel que les había liberado de la esclavitud.
Pienso en las miles de veces, a lo largo de la historia, donde se ha perdido la soberanía, porque gobernantes desestiman al pueblo y ponen su confianza en sistemas de poderes económicos del mundo, que prometen progreso.
En América Latina, la historia se repite y se agudiza cada vez más, los gobernantes no respetan la soberanía de su pueblo y acuerdan con los poderes del mundo, sometiendo a todos y todas a una obediencia y ajuste que los dejan sin opción.
Es por eso, que como iglesia cristiana y obedientes al mandamiento de Dios, debemos soportar con firmeza y fe la idea de la diaconía, el servicio a los y las más vulneradas/os y la actitud profética de denunciar la corrupción y el poder que destruye a los pueblos.
Carlos Kozel
Salmo 148; 1 Samuel 2,18-20; Colosenses 3,12-17; Lucas 2,41-52
Agenda Evangélica: Salmo 71,1-3.12.14-18; Isaías 49,13-16; 1 Juan 1,1-4 (P); Lucas 2,(22-24)25-38(39-40)
