Ya está cerca el gran día del Señor. Ya está cerca, muy cerca.
Sofonías 1,14
Los anuncios de Sofonías asustan, pero nuestro Dios nos llama siempre, nos da la oportunidad a retomar sus caminos de justicia y paz.
Por eso, hoy te invito a llevar tu atención a la respiración, en la posición en la que estás, que puedas percibir por unos segundos cómo es el aire que ingresa y cuál es su recorrido en tu cuerpo… cuando pudiste hacer ese registro, esa toma de conciencia, te propongo cantar esta canción repitiendo al menos dos veces:
“//Enviado soy de Dios, mi mano lista está
a construir con él un mundo fraternal//.
Los ángeles no son enviados a cambiar
un mundo de dolor en un mundo de paz.
Me ha tocado a mi hacerlo realidad:
Ayúdame, Señor, a hacer tu voluntad.”
“Enviado soy de Dios” Canto y Fe N°150.
¿Te despertó sensaciones? ¿Cuáles? ¿Alguna emoción?
Al volver a encontrarme con esta canción para armar la reflexión, noto que al cantarla, por su letra y por sus características musicales, me conmueve, dejándome sensaciones de fuerza, impulso, movimiento… la impresión de ponernos en marcha. Ponernos, en plural, a pesar de que la canción dice “me ha tocado a mi (…)” lo siento en comunidad, con otros/as, que también se conmueven, que se siguen preguntando mientras caminan,
“Señor que nuestra vida sea
cual una quena simple y recta,
para que tú puedas llenarla,
llenarla con tu música.
(…)
Señor que nuestra vida sea
semilla suelta por el aire,
para que tú puedas sembrarla,
sembrarla donde quieras.”
“Señor, que nuestra vida sea (Coplas de Yaraví)” Canto y Fe 295.
Melisa Fisher