Ahora dice el Señor a su pueblo: “ya no recuerdes el ayer, no pienses más en cosas del pasado. Yo voy a hacer algo nuevo, y verás que ahora mismo va a aparecer”.
Isaías 43,18-19
El invierno de Berlín no trata bien a las personas que duermen en las calles. Algunos son trabajadores de otros países en busca de oportunidades, que todavía no encuentran; otros tienen historias que conmueven hasta las lágrimas, y otros tienen historias mudas, que no quieren contar porque les da vergüenza.
Para estas personas existe un lugar: la Stadtmission (Misión en la Ciudad). Aquí, cada noche se les ofrece una cena caliente y abundante, una ducha que los reanime y una cama abrigada. Hay médicos que brindan atención sanitaria y se reparte ropa a quien necesite. También cuentan con dos camionetas que recorren las calles, que tratan de invitar a las personas a que vayan al lugar donde se les ofrece asistencia.
Todas las noches se repite una rutina: al finalizar la cena un voluntario realiza un devocional. Hombres y mujeres escuchan en un silencio respetuoso y reflexivo, algunos guardan para sí las pocas palabras que entienden y otros rezan a Dios.
Cuando terminó el exilio para Israel, Dios les pidió que su mente dejara atrás el pasado y se concentrara en el futuro que Dios les preparaba.
Estas personas de la calle también viven el desarraigo, y para ellos, cada estación del año es un gris invierno.
Este versículo nos llena de esperanza. Dios sabe lo que le pasa a cada uno, y propone algo nuevo. El ayer pesa tanto que no deja avanzar, los recuerdos consumen energía y debilitan. Dios afirma que va a hacer algo nuevo y nos necesita dispuestos a confiar y a seguir su palabra.
Cuando tengamos “un invierno duro en nuestra vida”, recordemos las palabras de Dios pidiendo que cerremos el pasado, y junto a él hagamos algo nuevo.
Gabriela García-Feege
Isaías 43,14-21