Miren cómo se cumplió todo lo que antes anuncié, y ahora voy a anunciar cosas nuevas; se las hago saber a ustedes antes que aparezcan.

Isaías 42,9

La palabra de Dios no es algo vacío de sentido. A través de ella se muestra al Dios de la historia, que conecta el pasado, el presente y el futuro de un pueblo que camina en pos de la promesa divina.

En este versículo de Isaías vemos que Dios no deja librado todo al azar, sino que se va haciendo presente en nuestras vidas y en las de aquellos y aquellas que nos antecedieron. Es decir, somos importantes para el Señor, en tanto que somos sus hijas e hijos.

Y en este tiempo de Adviento, las palabras de Dios a través del profeta adquieren una dimensión especial, pues nos recuerdan que esperamos a aquél que, en la vida de Jesús, irrumpió en la historia volviéndose uno de nosotros, actualizando y encarnando su promesa de vida plena que ya en el pasado había hecho.

Dejémonos sorprender por lo que Dios pueda hacer en nuestra vida, en nuestras comunidades de fe, en la sociedad y en el mundo, pues más allá de la violencia, dolor y sufrimiento que vemos cada día, el Dios de Abraham, Isaac, Jacob y de todos nosotros, nunca nos abandona. Nos acompañó antes y nos seguirá acompañando a través de su Santo Espíritu. Somos parte de la historia, y en ella Dios manifiesta su amor, que renueva todas las cosas.

Señor de toda la historia, santo, santo es nuestro Dios. Que acompaña a nuestro pueblo, que vive en nuestras luchas, del universo entero, el único Señor. (Canto y Fe N° 389)

 

Joel A. Nagel

Isaías 42,1-9

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