El Señor me hizo saber que mis enemigos estaban tramando algo malo. Él me abrió los ojos, para que me diera cuenta.
Jeremías 11,18

A veces me pregunto cuántas veces Dios me ha guiado lejos de lugares que no eran adecuados para mí, cuántas veces me ha apartado de personas que tenían la intención de hacerme daño, o las ocasiones en las que ha redirigido mis planes. No es hasta mucho tiempo después que me doy cuenta de que no fue mera casualidad haber salido de esas situaciones, haberme distanciado de ciertas personas, o no haber logrado llevar a cabo ciertos planes, sueños u objetivos.
Nos cuesta creer y tener presente que es Dios quien nos abre puertas y, a veces, también nos las cierra; quien cumple nuestros deseos y anhelos, pero también puede arrebatárnoslos; es quien nos ayuda, aunque en ocasiones parezca que no lo hace. Y aún más difícil nos resulta creer y comprender que todo lo que hace, lo realiza en pos de nuestro bienestar, crecimiento y aprendizaje.
Es Dios quien ejerce un control absoluto sobre nuestras vidas, y gracias a eso comprendemos que nada sucede por casualidad, sino que todo tiene un propósito y razón de ser.
Oremos hoy a Dios para que nos brinde la comprensión de su voluntad y los planes que tiene trazados para nuestras vidas. Que Él continúe siendo nuestra guía y luz para entender y seguir sus planes. Que todas estas bendiciones y más sean posibles a través de Cristo, su Hijo y nuestro Salvador. Amén.
Jeremías 11, 18-19

Alexandra Löblein

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