Les digo que al que tiene, se le dará más; pero al que no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará.
Lucas 19,26
Como cristianos y cristianas estamos viviendo el tiempo de la espera del regreso de Nuestro Señor Jesucristo. Sabemos que luego de su resurrección ascendió a los cielos junto al Padre, y esa es nuestra esperanza, regresará algún día. Mientras tanto, mientras dure su ausencia, contamos con la ayuda inestimable del Espíritu Santo. Espíritu que nos conduce hacia la fe en Cristo, Espíritu que nos mantiene en ella, Espíritu que hace posible nuestro testimonio y compromiso. Porque así es, tenemos por delante una tarea, y esta tarea tiene que ver con ser testigos de su obra hasta su regreso. Testimonio en la proclamación de su palabra. Testimonio en la administración y el compartir el sacramento. Testimonio en el quehacer de cada día, desandando el mundo. Para poder realizar la tarea encomendada, cada uno, cada una, ha recibido uno o más talentos. Ahora bien, de nosotros, de nosotras depende darle utilidad y engrandecer nuestro testimonio a favor del reino. Si se tratase de un emprendimiento comercial que, estamos seguros, nos daría un lucro interesante y suculento, pondríamos en seguida manos a la obra para multiplicar lo recibido y obtener un rédito. Entonces, ¿cómo no hacerlo a favor de aquél que nos tiene prometida la mayor recompensa que nuestras vidas pueden ansiar, tal como es la plenitud de vida?
Como todo negocio, como todo emprendimiento a llevar a cabo, este también tiene sus riesgos. Se trata, entonces, de arriesgarse e involucrase en un ciento por ciento en la tarea. Si realmente estamos convencidos y creemos, pues bien, ciertamente seremos recompensados grandemente. Entonces ¿qué haremos con eso que se nos ha dado? ¿Nos animamos a hacerlo producir? Dios te bendiga para dar una respuesta sabia a tan magnifica tarea.
David Juan Cirigliano
Lucas 19,11-27
