No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor; nosotros nos declaramos simplemente servidores de ustedes por amor a Jesús.
2 Corintios 4,5
Después de haber participado durante muchos años en grupos de jóvenes, asistiendo a reuniones, encuentros y campamentos, tomé la decisión de estudiar teología. Inicialmente, realicé dos años de estudios en un instituto bíblico en Alemania, donde tuve la oportunidad de desarrollar una espiritualidad y experimentar la labor juvenil. Luego, en ISEDET, completé mi licenciatura con gran entusiasmo, pero también enfrenté diversos cuestionamientos y vivencias que pusieron a prueba mi fe. A pesar de estas dudas, siempre encontré el apoyo de amigos, pastores y compañeros de estudio que me alentaron a perseverar.
Al enfrentar la realidad de tener que presentar mi labor ante la congregación, me invadió el temor, el miedo y las dudas al tener que demostrar confianza. Con mi timidez y mis inseguridades, me encontré sumido en una especie de pánico. Luché durante varios años contra esta faceta de mi personalidad. Tras ser ordenado como pastor, después de años de vicariato, busqué un versículo bíblico que me proporcionara la seguridad que necesitaba.
En mi búsqueda, me encontré con el pasaje que afirma: «Así que, ve, yo estaré contigo cuando hables, y te enseñaré lo que debes decir» (Éxodo 4:12). Volvió a mí la seguridad que sentí al finalizar mi tesis de licenciatura, «Todo conocimiento proviene de Dios», planteando que Dios genera, ayuda y acompaña incluso en nuestro conocimiento, sentimientos y religiosidad. A partir de ese momento, pude y supe confiar en Dios con mis ansiedades, incertidumbres y momentos difíciles. Aunque debo confesar que, domingo tras domingo, siento un fuerte nerviosismo al subir al púlpito, seguramente debido a la comprensión de la responsabilidad que implica.
Que nos podamos poner en las manos de Dios hoy, sabiendo que somos testigos del Jesús vivo y servidores de aquellos que nos necesiten.
Waldemar von Hof
